Recuerdo de Rafael Tovar y de Teresa
Recuerdo de Rafael Tovar y de Teresa
Twitter: @lovadograjales
Hay personas a quienes no se ve
jamás en vivo, pero a cuya admiración se aúna cierta familiaridad carente de fundamento
en trato alguno que la explique. Así me pasó con Rafael Tovar y de Teresa,
recientemente fallecido en el cargo de Secretario de Cultura del Gobierno de la
República.
¿Por qué admiraba a don Rafael? Y
más aún, ¿por qué es relevante escribir este pequeño recuerdo? Considero que
ambas razones se enlazan, y me impelen a homenajearlo en su partida.
Tovar y de Teresa fue para mí un
ejemplo de intelectual y de funcionario público. Su vida encarnaba algo en lo
que creo profundamente: es posible y es un honor servir a la Patria con
inteligencia y conocimiento. Que los
mejores hijos de la Nación pueden ponerse a su servicio, sumando las prendas
excepcionales de la cultura y la moderación al esfuerzo común.
Como intelectual, su sólida
formación en Derecho e Historia, obtenida no solo en la academia sino también
en la casa paterna así como en los viajes, le permitieron desarrollar una
personalidad renacentista, que podía moverse lo mismo en el ambiente político
que en el diplomático. Entendido tanto en música como en cine o ciencia, se
convirtió en el puente ideal entre el servicio público y el mundo de la
cultura, porque pertenecía a ambos.
En tanto escritor, sus textos
sobre el porfiriato dan cuenta tanto del recuerdo familiar como de una prosa
limpia y precisa a la vez que elegante. Sus libros muestran una cultura amplia expresada con discreción y elegancia, puesta
al servicio del lector, no del ego. No exculpan al Héroe del dos de abril,
buscan entenderlo.
Este tipo de
intelectual-funcionario tiene un ilustrísimo pasado en nuestro país. Desde
distintas posiciones políticas, Lucas Alamán, Justo Sierra (“De los viejos el
más joven, y de los jóvenes mentor” se decía de él) José Vasconcelos, José
Gorostiza, Daniel Cosío Villegas, Manuel Gómez Morín, Jesús Reyes Heroles son
ejemplos de esta tradición que hunde sus raíces desde la Colonia.
Pero hoy, debemos reconocerlo,
estamos faltos de tales figuras. Cierto, hay políticos brillantes y capaces,
inteligentes técnicos con todo el conocimiento para desarrollar sus funciones.
Pero mentes amplias, personajes cultos con perspectiva humanista, no sobran.
En un elegante libro sobre
bibliotecas personales, Tovar y de Teresa afirmó: “… una biblioteca no es sino
un proyecto de lectura”, me quedo con esa frase que me consuela por todos los
libros que tengo y que no he leído aún.
Tal vez don Rafael hubiera
querido, como don Alfonso Reyes, que lo llevaran a su biblioteca para tener,
como últimos compañeros de vida, a sus libros, los que escribió y los que leyó.
Descanse en paz Rafael Tovar y de Teresa. Escritor.
Intelectual. Funcionario. Mexicano ejemplar.
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