Seminario Teorías Críticas del Derecho con Carlos María Cárcova. Primera parte.
Nota: Los siguientes párrafos son mis apuntes de lo expuesto por Cárcova en el Seminario.
Sesión del 26 de
octubre. ¿Qué es esa cosa llamada Derecho?
La
globalización ha permitido darnos cuenta de la existencia de muy diversas
formas de entender y vivir el mundo, haciendo evidente la multiculturalidad.
Personas con los mismos derechos que nosotros, pero con cosmovisiones y
expectativas distintas. Estamos siendo testigos inmediatos de lo que sucede en
el mundo.
Crisis
del estado social de derecho. Va siendo desalojado por el neoliberalismo cuya
imposición es en casi todo el mundo, esto a partir de los años setenta del
siglo pasado. Sin embargo, estas políticas han provocado crisis incluso en los
países desarrollados. Producto de lo anterior, el mundo actual es complejo, de
cambios inmediatos, gran incertidumbre con el consecuente incremento del riesgo
(poca previsibilidad de la acción social)
Todo
esto tiene como protagonista al derecho, que media cada uno de estos fenómenos
(guerras, descubrimientos, legitimación del poder, lucha por los derechos
humanos) la pregunta es si en este entorno, ¿podemos seguir enseñando el
derecho como hace cien años? ¿o nos damos cuenta que el derecho tiene una
dimensión normativa, pero también otras más? Esto para entender el derecho
complejo de las sociedades complejas.
La
visión kelseniana hace a un lado el hecho de que alguien crea, para algo,
dichas normas, y son aplicadas por alguien. Esos escenarios personales deben
ser estudiados, so pena de ver reducido el fenómeno del derecho. El derecho es
ontología. Ver el derecho sólo como conjunto de normas obvia el que debe
entenderse en una complejidad operativa y teórica mayor que el de hace años.
Mayor complejidad social, mayor complejidad del derecho.
No
hay derecho sin lector, sin intérprete. No se pueden concebir sin él. El
derecho, como signo, no tiene estabilidad. Las palabras cambian, se
transforman. Se entienden de manera distinta. Los paradigmas (padre de familia,
mujer casta y honesta, matrimonio, etc.) han cambiado profundamente.
El derecho
es un fenómeno que se construye con palabras. Se construye con relatos (de los
jueces, las partes, la doctrina, etc.)
no hay garantía de exactitud matemática, por los mismos defectos del lenguaje.
Lo
anterior nos obliga a repensar el perfil del profesionista que se debe de
buscar. Hay que atemperar el perfil privatista de las escuelas y facultades de
derecho.
El
derecho es un discurso social, producto de la interacción humana (visión de
jurista crítico) no mero lenguaje. Se
produce sentido, por ejemplo, con los lugares donde se imparte, la estructura
de los mismos, el reparto de espacios y jerarquías físicas. Derecho no sólo
como normas, sino también como sus interpretaciones.
Sesión
del 27 de octubre. La opacidad del Derecho.
El
libro homónimo se ocupa de una de las premisas insoslayables del derecho
moderno, que es la que el derecho es conocido por todos; premisa que es propia
del Estado de Derecho (normas que sujetan tanto a los ciudadanos como a las
autoridades) esto, en sociedades divididas, separadas, social y económicamente
heterogéneas, es una “grosería” (textual), es una premisa que no se compadece
de la realidad.
Esta
premisa de conocimiento no existe respecto de ningún otro conocimiento. De
ninguna otra disciplina se presume conocida por todos. Sin
embargo, es una premisa necesaria para el sistema legal, pero deberíamos darnos
cuenta de que es contrafáctica. La idea de que la ignorancia del derecho no es
excusa para el cumplimiento de la ley, se ha ido debilitando, porque hay cada
vez mayor reconocimiento de las asimetrías sociales (error invencible cultural
como ejemplo de excepción) que afectan también la disponibilidad del derecho.
El desconocimiento del derecho impide su ejercicio. Actuamos los roles que el
derecho nos marca aún sin entenderlo a cabalidad.
El
tema es por qué en nuestras sociedades (occidentales) actuamos roles jurídicos
que el estado nos atribuye a partir de la premisa del conocimiento del derecho,
y las actuamos aún sin conocerlas realmente, como una fatalidad inevitable. La
opacidad del derecho consiste en que el derecho se muestra como un discurso no
transparente, que apenas se entiende, en el que actuamos los roles más por
intuición que por conocimiento.
Las
causas de la opacidad son:
1.
Sociedades heterogéneas, en las que no todos
disponemos de los bienes sociales (incluyendo cultura) lo que obstaculiza el
conocimiento del derecho. Las crisis económicas han acrecentado la brecha entre
el ciudadano y el derecho. La
pertenencia a sindicatos y asociaciones, permite acceder a información, pero si
por la situación económica se pasa a ser autoempleado, se pierde ese contacto,
y por tanto, la información. La falta de articulación, implica alejarse de las
fuentes de conocimiento del derecho (problema de exclusión social y
marginación)
2.
Problemas de aculturación, esto es, la negación
de una cultura originaria de base, a partir del asentamiento de otra cultura
(colonización) esto provoca que nos quedan pocos rastros de la vida social y
cultura de los pueblos ancestrales. Se trata de una cultura que apenas
sobrevive, en crisis y confrontación con la nueva cultura dominante. En ambas,
los roles de las personas son contradictorios, lo que genera confusión y por
tanto, opacidad; lo que se espera o incentiva en una cultura, se prohíbe en
otra. La migración del lugar originario a la ciudad implica justamente el pasar
de una cultura a otra, de forma traumática y confrontante.
3.
Relación saber-poder. Los propios abogados
hacemos de nuestro saber un recuso monopólico, nuestro conocimiento nos permite
entender privilegiadamente nuestras sociedades modernas, por la importancia que
tiene el derecho al contener las reglas básicas del juego. Monopolizamos el
poder de conocimiento que tenemos los juristas, para usarlo en reproducción del
propio modelo, a partir de aumentar el conocimiento propio y a la vez reducir
el conocimiento del derecho por parte de los otros. Nos beneficia la opacidad
como grupo social. Si se quisiera hacer lo contrario, bastaría con enseñar a
cada ciudadano los derechos fundamentales mínimos.
4.
Ideología, en tanto la visión que tenemos del
mundo está relacionada con nuestra socialización primara, esto es, de nuestro
entrenamiento por el propio grupo social al que nos incorporamos (socialización
materna, familiar, escolar, etc.) estos criterios que nos permiten ser parte de
un grupo, son válidos en el mismo, pero no en otro (nuestro mundo de
referencias) y a partir de eso, vemos la realidad; desde luego esto genera
confusiones y perplejidades en un mundo cada vez más comunicado, con
importantes procesos migratorios, personas que llevan su propia cosmovisión a
un lugar radicalmente distinto; así, las sociedades se vuelven heterogéneas. El
migrante viene con su propia concepción de la vida, incluyendo lo que es legal
e ilegal, lícito e ilícito, que no siempre son coincidentes con los de las
sociedades receptoras, lo que desde luego genera opacidad.
5.
Complejidad social, entendida como la existencia
de tal cantidad de opciones para la acción, que nos impide actualizar todas al
mismo tiempo. Infinidad de posibilidades que nos obligan a tomar decisiones
todo el tiempo, al no poder realizarse todas. Esto genera a la vez incógnitas
en cuanto a si la decisión tomada es la adecuada. Esto aumenta el riesgo de tomar
la decisión adecuada, pues no puede esperarse siempre que elijamos la adecuada.
Esto puede provocar al final, el estallamiento social. Este incremento de la
complejidad dificulta el entendimiento del mundo en que vivimos, incluyendo
desde luego el derecho, aumentando así su opacidad.
El
estado debe hacer un esfuerzo por difundir los derechos fundamentales, esto
como un elemento necesario para la salud de la democracia. Debe considerarse
este conocimiento un bien social que
debe ser difundido, como una manera de que el saber-poder llegue a más
personas, con un efecto democratizador.
El
derecho a la igualdad, ¿permite también un derecho a la diferencia? En opinión
del expositor, así es. El
poder de la crítica, es un poder transformador.
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