Inteligencia artificial

 

Inteligencia artificial 

Por: Luis Octavio Vado Grajales

La Inteligencia Artificial (IA) se puede definir de varias formas, en general, podemos verla como un conjunto de sistemas capaces de realizar funciones similares a las de la inteligencia humana, como el razonamiento, la resolución de problemas o incluso la creación de nuevos contenidos, opera por medio de algoritmos, que básicamente son un conjunto de instrucciones que permiten a un programa realizar diversas acciones.

Todo avance tecnológico radical significa un rompimiento con el pasado, una revolución que cambia la forma en la que hacemos las cosas, son modificaciones tan profundas que producen cambios sociales; por ejemplo, la producción industrial hizo nacer al proletariado moderno.

En un sentido casi filosófico, estos avances tecnológicos, lo mismo la máquina de vapor que el teléfono celular, amplían las posibilidades al alcance de los seres humanos; lo que ni siquiera nos atrevíamos a pensar, se vuelve posible.

Así, tales manifestaciones técnicas o científicas, como la IA, se vuelven objetos de interés económico, pero también requieren una regulación legal e, incluso, pasan al debate público.

Claro, al principio estos avances son privilegios de unas cuantas personas afortunadas, si tiene usted edad suficiente, recuerde por ejemplo el surgimiento de los teléfonos celulares, y aquella canción de los Tigres del Norte que decía: “Y con mi celular en la mano/parezco romano de la antigüedad”; pero con el tiempo, al ver cómo esos nuevos ingenios facilitan o hacen más amena la vida, su acceso se empieza a reclamar como auténticos derechos.

El ejemplo es claro: el Internet, que en principio era privilegio de muy pocos, hoy se regula su acceso como un derecho humano.

Por eso los avances tecnológicos originan nuevos derechos

Nos está pasando lo mismo con la IA. Ya que se ha conocido, y dada la promesa de mejorar de forma exponencial diversos procesos, como la búsqueda de información, la creación de documentos, la toma de decisiones, etc., empezamos a reclamar su uso como una especie de Derecho. O al menos, que su uso se extienda en la burocracia para lograr una prestación de servicios públicos de mayor calidad.

¿Esto funcionará de esta manera? ¿de verdad la IA nos permitirá juicios más rápidos, procedimientos para obtener licencias o permisos más ágiles y, sobre todo, una reducción de los espacios para la corrupción o un funcionamiento público más respetuoso de los derechos humanos? 

Veamos las principales características de la IA.

En primer lugar, implica un sistema, por lo que es un conjunto de personas, máquinas y programas, no solamente de instrucciones o de software. Los humanos participamos en ella de diversas maneras, ya sea corrigiendo su funcionamiento o tomando las decisiones finales, como sucede por ejemplo con el uso de la IA en la medicina, donde puede sugerir un tratamiento pero es responsabilidad de la persona humana que la utiliza el indicarlo o no.

En segundo lugar, su funcionamiento se basa en algoritmos, bajo el uso de ejemplos que surgen de los datos de distintas bases a las que tiene acceso la IA; es a partir de estos datos que la IA opera y produce resultados, a los que arriba por medio de análisis estadísticos a partir de los patrones recurrentes. Ojo: esto quiere decir que lo que nos muestra la IA no es un resultado o producto netamente confiable, sino la mejor aproximación estadística.

En tercer lugar, es capaz de aprender a aprender, no solo repite. Por ejemplo, si usted tiene cuenta de TikTok, la aplicación, mediante una IA va conociendo sus gustos y le propone videos conforme los patrones que va detectando, su “algoritmo personal” se volverá más fino conforme mayores y más precisas sean sus interacciones. Así, la IA puede aprender que a usted le gustan las canciones norteñas, pero no los corridos tumbados, y obrará en consecuencia.

Pero recuerde que no es infalible. Por ejemplo, si le da “me gusta” a un video de Lalo Mora, posiblemente le proponga otro TikTok de Los Cadetes de Linares, dado que, siguiendo las probabilidades, es posible que a usted le guste; sin embargo, no tiene certeza de que sea así, por lo que usted, al decir “no me interesa”, ayudará al algoritmo a que, en un futuro, le haga propuestas más ajustadas a sus preferencias.

En cuarto lugar, por conducto del raspado, llamado “scraping”, obtiene información del Internet, de múltiples y diversas bases de datos. En quinto lugar, su actividad se realiza mediante solicitudes que, a diferencia de los buscadores clásicos de Internet, que funcionan a través de las palabras, se realizan mediante los llamados “prompts”, que contiene peticiones muy concretas; por ejemplo, no es solamente buscar en Google “formato de contrato de arrendamiento”, sino directamente instruir a la IA para que realice un contrato de arrendamiento, con los nombres de las personas que participan en él, los datos del inmueble, precio, etc.

Como podemos observar, no hay duda que la IA es una herramienta muy poderosa. Y mire usted, seguramente tiene usted una en su mano, pues si utiliza Messenger o WhatsApp, ya tiene usted instalada en su teléfono la IA Meta. ¿Ha jugado con ella? Hágalo, será una experiencia muy instructiva.

Ahora corresponde abordar los riesgos que la misma conlleva.

En primer lugar, las alucinaciones, se trata de casos donde la IA arroja resultados totalmente falsos, como inventar biografías, leyes, decisiones de autoridades. Esto es mas fácil que suceda con las IA generalistas, tales como aquellas a las que accedemos de forma gratuita, esto sucede dado que, recuerde, la IA funciona mediante predicciones estadísticas a partir de las bases de datos a que tiene acceso.

Permítame ponerme de ejemplo. Le pregunté a una IA “¿Quién es Luis Octavio Vado Grajales?”, y la respuesta fue que nací cuando mi madre tenía año y medio de edad, he sido un poeta laureado y escribí El laberinto de la soledad. Respuestas como esta hacen pensar que tal vez la IA consuma ciertos productos que le provocan una percepción muy alterada de la realidad.

En segundo lugar, la existencia de sesgos, las bases de datos a que accedan las IA, que son su materia prima para realizar su labor; si la información que contienen es incompleta, inexacta o de plano falsa, los resultados que la IA adolecerán de las mismas fallas. Esto es mas grave si esas bases de datos tienen sesgos discriminatorios, que al usarse para generar nuevos conocimientos, se perpetúen. Esto implica negar que la IA sea totalmente objetiva e imparcial.

La tecnología parece neutra y carente de prejuicios, pero esta es una promesa de difícil, o tal vez imposible, cumplimiento, tanto por aquellos que le impongan quienes programen a la IA, como también los que se desprendan de las bases de datos con que trabajen.

Lo anterior nos lleva a una posible afectación a los derechos humanos, a discriminación; en los datos, falta de representación adecuada de diversos grupos sociales, uso de datos reservados sin consentimiento, entre otros.

Además, el funcionamiento como caja negra . ¿Por qué la IA considera una información y no otra? ¿cuáles son las instrucciones que contienen los algoritmos con la que fue programada? ¿cuáles son los parámetros para aprender de la nueva información? ¿qué criterio sigue para utilizar una base de datos, y desechar otra? ¿cómo depura la información contradictoria? En suma, ¿cómo funcionan sus algoritmos? Para acceder a esta información se requiere conocer el código en el que se programó, que a menos que se trate de código abierto, está sujeto a la protección intelectual, y por tanto suele desconocerse por quienes la usamos. Image usted si sería válido que las autoridades tomaran decisiones con base en una IA de la que ignore todo lo anterior.

Por último, apunto la sustitución laboral de las personas, que si bien es producto casi de cualquier avance tecnológico, sobre todo por la promesa de lograr ahorros; pero también abre nuevas posibilidades laborales, por ejemplo, respecto de la curación de las bases de datos, auditoria de la IA, entre otros; pero en todo caso, implicará un esfuerzo de adaptación en el que las políticas públicas, pero también las decisiones de las empresas privadas, deberán considerar que el trabajo tiene una dimensión social y no meramente económica.

Usted, ¿encuentra otros retos de la IA?




 


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